
Pocas cosas resultan tan agradecidas como los asados. Se usa poco el horno, o al menos es la impresión que tengo. Últimamente estaría asando aves todo el tiempo, no sé por qué me ha dado por ahí; pero aquí, la Señora pide pescado los fines de semana, si acaso un arrocito.
De entre todos, nada más mítico que el pollo asado… Tengo un extraño recuerdo de niño del típico asador de pollos, ahí dando vueltas y que nunca tomé… ni siquiera ubico el asador… Tenía muchas ganas de hacer uno, no tenía muy claro cómo. Me apetecía usar el accesorio girapollos -el horno de mi madre tiene uno cojonudo- pero finalmente no puedo ser, pues dos pollos de 3 kg no cabían.
Después de dudar entre Robouchon, Blumenthal y lo leído por el bloguerío pues lo normal: un refrito. La cocción del Perfect Roast Chicken de Heston Blumental, la salmuera inyectada del Pollo Modernista de Enrique y la salmuera de sal y glutamato de un comentario de por Andrés en dorarnosella.
En cuanto al eterno dilema -trasero o pechuga- para el que todo hombre tiene una predilección opté por la segunda, dejando que éstas alcanzaran 61ºC en su parte más gruesa. La pechuga espectacular mientras que los cuartos traseros un poco escasos de cocción. En fin, que no se puede tener todo.
Asé dos pollos. Unos pollos espectaculares de El Pavero, en Orihuela, mi tierra natal. De lo único que me arrepentí es de no haber dejado uno de los pollos sin la salmuera inyectada como espécimen de control.
Como guarnición las patatas fritas de Heston Blumenthal con tres cocciones: cocción, fritura a baja temperatura y fritura a alta temperatura. Tan buenas como el pollo.
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