Me gustan las ostras, me gustan mucho las ostras. Parto de la base de que como mejor están es crudas, con una gota de limón o un poco de chalota y vinagre. Salvo honrosas excepciones, y desde mi punto de vista, lo más fácil que te puede pasar al cocinar una ostra, al salir de la ostra cruda en su concha, es que la cagues.
Es broma, hemos probado muy buenas ostras: las ostras metálicas o las volcánicas de Kiko Moya, algunas ostras combinadas con cítricos y manzana ácida, escabechada por María José San Román o Sacha… En cualquier caso, me parecen un desafío para un cocinero pues, tal cual, al natural, son insuperables.
Tenía muchas ganas de hacer unas ostras escabechadas y la verdad es que resultaron un éxito. Éramos muchos a comer, algunos no especialmente fans de éstas y la leve cocción facilitó el acceso.