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La stracciatella lleva mucho tiempo con nosotros y, de hecho, no recuerdo cuánto hace que pasó a a ser una de nuestras cenas básicas invernales. Sí recuerdo quién me la descubrió: Ezio, un compañero turinés de mi primer trabajo. La cosa quedo dormida hasta que Almu, amante de las sopas me hizo rescatarla… Hoy, después de haberme convertido al sopismo, nos tomaremos una para cenar.
De forma inmediata tendemos a asociar la stracciatella con el helado de nata con pedacitos de chocolate pero esta palabra italiana, que significa despedazado, roto en pedazos o hecho trizas, también se refiere a una sopa a la que se añade huevo batido en un hilo, dándolo ese nombre. Al caldo base de pollo y verduras también se le añade parmesano rallado, pimienta y nuez moscada. Además a la sopa se puede añadir pasta o semolina, que la hará algo más contundente.
Un cambio que he introducido es separar las claras de las yemas, dejando las últimas enteras en el plato y añadir batidas sólo las primeras… Luego, romper la yema hecha sutilmente con el calor del caldo es un espectáculo…
La entrada de hoy la vamos a dedicar a unos grandes amigos, Julio y Carmen, también soperos, que tuvieron a bien regalarme por mi último cumpleaños el cazo que aparece en las fotos con el nombre del blog grabado. Mil gracias otra vez chicos.