Aquí estamos de vuelta de unas minivacaciones en lo que definitivamente es el país, o al menos la ciudad, que tampoco vamos a decir que lo conocemos todo…, de las boulangeries. Qué cantidad, qué calidad oiga… y qué diferencia entre los croissants y los cruasanes… además de la forma, no he encontrado muchos más parecidos; sin ánimo de ofender al artesano patrio…
El caso es que ya tenía ganas de ponerme delante del ordenador y compartir con vosotros otra de mis cosas, a pesar del cansancio, las horas, los tiempos y otros menesteres… A esto de escribir, o a intentarlo, manda huevos que diría el ministro, le estoy encontrando más gustirrinín de lo que pensaba y esperaba.
En fin, que no me centro… Ante las masivas peticiones, de al menos una o dos personas, y los «yo es que no cocino porque no tengo tiempo» de las últimas reuniones con las amistades (tranquilos que no han sido peligrosas), hoy, dedicado a solteros solitarios, jóvenes madres del siglo xxi, esposas hacendosas, vagos, gentes ocupadas y estresadas y, por qué no, maridos excepcionales como yo: ¡una sencilla ensalada!
Sigue leyendo →