
Hay veces que las cosas salen rodadas, solas, sin esfuerzo, sin habértelo propuesto; por el contrario, hay otras ocasiones en las que por mucho empeño y esfuerzo que pongas no consigues nada, al menos en ese momento, sólo hay frustración. En cierto modo la vida es saber gestionar estas situaciones: saber disfrutar lo positivo y aprender a encajar y asumir los reveses.
Estas navajas surgieron sin saber muy bien cómo el fin de semana pasado, sobre la marcha, en un mercado cualquiera. Aunque suena a topicazo improviso siempre en el mercado; quizá no tanto en la compra para la semana pero sí en lo que voy a preparar el finde, especialmente la comida del sábado. Había comprado las navajas, en la verdulería les puse el apio y las uvas, de camino a casa, ya en el coche, terminé de darles forma mentalmente.
Las navajas son una maravilla, un caprichillo que hay que darse de vez en cuando. Un sabor muy fino: marino y a frutos secos a la vez. Plancha, cocidas, solas o aliñadas como estas… Una delicia. Preparadas como os propongo, con una ensalada de apio, uvas y frutos secos tendréis un plato muy vistoso, aromático y con los sabores muy compensados. Los frutos secos van muy bien con las navajas y el apio aporta mucho aroma sin prevalecer sobre las protagonistas.
La preparación de hoy van dedicadas a Juan y Alejandro, miembros de ese colectivo cuyo interés en la cocina atiende al laudable fin de subir mujeres a sus alcobas. A ver si os resulta 😉
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