
En verano no suelo preparar a menudo el salmorejo, en casa tomamos más el gazpacho; pero creo que no va a ser así a partir de ahora pues he dado con una elaboración que quita el sentío, como dicen los andaluces.
Tenía mucho interés en hacer un buen salmorejo y para ello he ojeado un montón de recetas y leído un poco sobre sus orígenes. Después de todo ello me he inclinado por hacer esta conjunción de ingredientes de una forma libre, saltándome los cánones y que a mi pequeño entender ha quedado de lo más interesante.
El salmorejo tiene muchas diferencias con el gazpacho a pesar de tener un ingrediente básico en común: el tomate. Son dos sopas muy distintas con un color parecido. El color del salmorejo me recuerda al del escaramujo del rosal silvestre, rojo anaranjado, con el que jugaba de pequeña (el ser de pueblo tiene sus ventajas). También su textura densa y aterciopelada al paladar, me recuerda los pétalos de la misma flor.
Con esta receta en afreirpimientos nos vamos unas semanas de vacaciones. Esperamos que tambien vosotros podáis disfrutar allá donde os encontréis. Gracias por seguirnos, nos vemos pronto! Ciao!

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