Cuando era pequeña mi madre hacía unas migas para chuparse los dedos. Unas veces con uva, otras con melón… Pero las que nos encantaban a mis hermanos y a mí eran las de chocolate. Esa mezcla salada y dulce era muy agradable; todavía hoy recuerdo el sabor y ese calorcito que nos daban en los fríos días de invierno. Llevaba en mi cabeza estos recuerdos y hoy he decidido preparar unas migas con panceta, su chorizo y unos huevos fritos para acompañarlas.
No las había hecho nunca, vagamente recordaba a mi madre puesta a estos menesteres en la cocina. Al principio reconozco que me he desesperado un poco; no ha sido tan rápido como yo pensaba, pero poco a poco han ido tomando cuerpo y el pan ha evaporado su humedad para dar paso a esa miga pequeña, fina y crujiente; salida como por arte de magia de aquella masa informe y tosca. Sigue leyendo