Si a algo asocio el otoño, si algo ansío cada temporada, son las setas y los pájaros. Con las setas no hay problemas en casa, pero para aves menores que un pollo me quedo sin partener, y, por tanto, no las cocino con mucha asiduidad. Nadie es perfecto… pero vamos a dejarlo aquí antes de que me meta en líos.
Me encontré los zorzales en el Mercado, yendo a por huevos. La receta es marca de la casa, con lo que tenía a mano y después de leer unas cuantas que me facilitó amablemente @delcondumio vía twitter. No llegué a hacer ninguna por falta de ingredientes; quedan pendientes para otra ocasión.
Muy sabrosos, intensos, y las cabezas… esas cabezas…
Ingredientes
- ½ docena de zorzales
- 1 diente de ajo
- 1 cebolla
- 1 hoja de laurel
- 1 cucharadita de pimentón de la Vera
- 1 cucharada generosa de harina
- 1 vaso de vino tinto
- 1 vaso de caldo de ave
- aceite, sal y pimienta
Proceso
Salpimentar los zorzales por dentro y por fuera. Dorarlos en una cazuela a fuego vivo. Una vez dorados retirar y reservar.
Pochar el ajo y la cebolla picados con la oja de laurel. Cuando estén transparentes salar ligeramente. Añadir el pimentón y dar unas vueltas rápidas para que no se queme. Añadir la harina y remover. Dorar la harina para evitar que luego sepa a crudo. Incorporar el vino tinto hacer hervir a fuego fuerte. Bajar el fuego añadir caldo a ojo para ajustar la cantidad/textura de la salsa.
Añadir los zorzales, tapar la cazuela y cocer a fuego vivo hasta que estén tiernos. Unos 30-35 minutos.
Servirlos bien napados en la salsa. A mi, además, me gusta separar y abrir las cabezas con un cuchillo. La sesera es bocatto di cardenale… y, ¡a disfrutar del otoño!