Recuerdo aquellos años de mi infancia cuando, a finales de verano en la huerta, se hacía conserva de tomate para el resto del año. Cosa muy habitual en toda la Vega.
Se preparaba una mesa larga, las mujeres sentadas junto a barreños con agua hirviendo y cestas de tomates variedad «pera» para escaldar y pelar. Trabajo en cadena; unas marcaban una cruz en el culo y otras iban escaldando y pelando. Después recuerdo a duras penas que metían los tomates en botellas como de vino, con la mano y se echaba un chorro de aceite de oliva en el cuello de la botella para que no se oxidaran. Se tapaban con tapones de corcho y se guardaban en la despensa.
Se consumirían después, en el invierno, para freír y utilizar como el tomate de conserva del que actualmente disponemos. No es que no hubiera tomates en el invierno sino que se hacía para ahorrar y porque era un produco mas natural.
Por otro lado mi madre y mis tias tambien hacían mermelada con éstos tomates.
Ya tenía pensado hacer una mermelada de tomate cuando llegase el verano pero hoy había en el mercado una canasta de tomates maduros raf, que tenían muy buena pinta y como en algún supermercado había visto mermelada de éstos tomates como algo muy especial he decidido que no hacía falta esperar.
Y aquí estoy proponiendo esta mermelada tan especial que tiene un sabor dulce y suave; como los tomates de los que hace gala.
Ingredientes
- 1’300 k de tomates raf que se han quedado en 900g una vez limpios
- 350 g de azúcar moreno
- 350 g de azúcar blanca
- un poco de canela en rama, no mucha
- el zumo de medio limón
Proceso
El primer paso de esta receta es pelar los tomates, para ello tendremos una olla con agua a hirviendo y otra con agua muy fría. Hacemos una cruz en la base del tomate y los sumergimos en el agua hirviendo durante un minuto; pasado este tiempo lo sumergimos en el agua fría y al sacarlos, ya podemos pelarlos con facilidad.
Al mismo tiempo que los pelamos quitamos el agua y las semillas del imterior, conservando esa especie de riñoncillos que tienen.
Los ponemos en un bol con los dos tipos de azúcar que tenemos y los dejamos macerar de 8 a 10 horas en un lugar fresco.
Pasado este tiempo pasamos a una olla alta el contenido del bol y le añadimos el zumo de limón y la canela. Lo tendremos cociendo, a fuego medio, tres cuartos de hora aproximadamente, quitando de vez en cuando la espumilla que se forma en la superficie.
Para saber si está en su punto sacamos un poco a un plato, su consistencia nos orientará sobre el estado de cocción.
Antes de comenzar con la elaboración de cualquier conserva es imprescindible esterilizar los tarros que vayamos a utilizar. En una olla con un paño dentro ponemos agua a hervir, sumergimos los tarros y los tenemos hirviendo 20′. Posteriormente los llenamos de mermelada hasta el borde, cerramos bien y sumergimos en la misma olla donde los tendremos otros 20′ mas. Concluido este paso etiquetamos y guardamos en lugar oscuro.
Una buena opción para tomar esta mermelada es un buen queso o un foie-gras micuit. Con una tostada para desayunar será una elección perfecta.
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