Este verano preparé estas cigalas, 4 ejemplares que le robé a la srañora, para hacer lo que mi padre tildaría (y tildó) de capullada. Eso sí, disfruté cada vez que me preguntaba que qué estaba haciendo cuando entraba a fisgonear en la cocina.
Antes de las vacaciones estuve curioseando recetas de René Redzepi en youtube y di, entre otras, con estos Espárragos y abeto que me sirvieron de inspiración. Por otro lado llevaba tiempo intentando cocinar algo únicamente a soplete y no sabía muy bien qué hacer: un taco de bacalao, crustáceos, ¿carne?… Algún extraño mecanismo hizo que al abrir la nevera para coger unos pimientos, que iban destinados al salpicón que estaba preparando, viera esas cigalas y romero en lugar de abeto. Mandé a mi padre con las tijeras de podar a por romero del jardín y desempolvé el soplete.
La verdad es que la preparación, que no tiene nada, queda bonita en el plato y la textura y sabor de las cigalas hechas con soplete son buenos… Pero el romero, que es muy rico en aceites, al soplete no me gustó mucho; cuando comienza a arder es muy potente y hay que llevar cuidado de que no prenda. En la receta original los espárragos/abeto estaban sobre el grill y no con llama directa…
Lavé el romero y lo coloqué sobre la fuente. Pelé las cigalas descabezándolas con un cuchillo para que quedaran selladas. Pimenté muy sutilmente y añadí unas gotas de aceite de romero improvisado. Soplete a ojo una vez en la mesa y a someterme a la crítica.
Conclusiones: el soplete funciona, deja una textura muy agradable. La idea de aromatizar con hierbas y ramas enteras es buena tanto para el sabor como para la presentación, pero con llama directa no funciona.
Niño, ¿a tí no te dijeron de pequeño que con fuego no se juega?
La verdad es que sí, pero es tan divertido desobedecer a los mayores… ¡poco le queda para darse cuenta!